El mejor fisioterapeuta deportivo de Madrid
Víctor de Fisioterapia Logical en Madrid

Me llamo Mario y soy deportista. Según mi entrenador, soy atleta, pero yo me considero una humilde persona a la que le gusta el deporte y que lo ve como sinónimo de salud y como un hábito de primera necesidad, al igual que vestirse cada día o cepillarse los dientes.

Y cuando tu salud se ve truncada, es donde a uno le saltan las alarmas, sobre todo cuando tiene una lesión de 4 años. En mi caso fue en el tendón rotuliano de mi rodilla derecha. No hubo un momento marcado como un antes y un después, ni tampoco un «clack» con el que pude saber que algo había pasado. No, de eso no hubo. Mi problema surgió lentamente, sin darme cuenta, sin aviso, sin sorpresa.

Aquí voy a contar todo mi proceso, desde mis teorías de como me peté el tendón, como pasé por las mejores clínicas de fisioterapia de Madrid, por las visitas a varios traumatólogo, por la operación que pasé y que fue un horror la recuperación y el descubrimiento del mejor fisioterapeuta deportivo en Madrid que actualmente me está ayudando a recupera mi vida al 100%.

Antes de nada quiero dar las gracias a todos los fisios que estuvieron tratándome, muchos de ellos amigos íntimos, al trauma que me operó, el Doctor Ramón Muiña y sobre todo a mi entrenador Lucio Doncel Recas, que ha tenido una paciencia inabarcable.

CrossFit, halterofilia y mi tendón rotuliano

Brevemente, yo me dedicaba en cuerpo y alma al CrossFit. No como atleta que quería competir y ganar trofeos. Nada en absoluto. Mi genética es bastante mala como para poder convertirme en un pro de esos. Yo lo hacía porque me hacía feliz, porque me gustaba y porque estaba alcanzando la mejor forma física que nunca había tenido.

Y también le cogí el gustillo a halterofilia y dedicaba varias horas a la semana a practicar la técnica y hacer un entrenamiento específico para ir poco a poco aumentando los máximos.

Podrás pensar que entrenaba mucho y que ¡madre mía! ¡CrossFit y halterofilia, pero que loco loquísimo, normal que te hayas roto la rodilla! Pero todo si se hace con cabeza, no tiene porque ser malo y aunque CrossFit sea duro, no fue lo que provocó mi lesión. Pero sigamos.

En ese momento solo iba al fisio cuando tenía algún dolor típico de trapecio o algo así. Los dolores en todo deporte son normales y a mi me desaparecían al día siguiente prácticamente como a todo el mundo. Nada raro.

Como dije antes no recuerdo un momento en el que la rodilla me hiciera clack y que a partir de ahí ya dijera «me he jodido la rodilla, se acabó». Alguna vez notaba que me dolía por ahí pero nada que no me dejará de doler en pocas horas. Lo que si tengo claro es que un Noviembre de hace 4 años, noté que me dolía por debajo de la rótula mucho, y que no podía prácticamente hacer una sentadilla. Y ahí me di cuenta que me venía doliendo varias semanas atrás, pero ni por asomo a esa intensidad.

No me alarmé demasiado. Descansé y probé a los dos días siguientes y nada, mismo dolor y podría decir que peor.

Y justo aquí empezó todo. Mi teoría en ese momento es que abrí la caja de pandora en el tendón dándome golpes durante mucho tiempo en ese punto. Me explico, en halterofilia haces dos movimientos olímpicos, la arrancada y el dos tiempos. Los dos empiezan con la barra en el suelo y en los dos tienes que levantarla cerca de tu rodilla hacía arriba. Pues en ese punto cuando pasaba por ahí me daba en la rótula por algún motivo.

Yo de eso no me daba cuenta porque estaba concentrado en la técnica más que en otra cosa y si esto se repite durante mucho tiempo, al final creas una problema por trauma. Esta es una de mis teorías pero finalmente parece que mi problema es por tener la rótula alta, cosa que no averigüé hasta el cuarto año prácticamente.

Primeros fisios y traumatólogos

Caí en un bucle de dolor y de no saber muy bien qué hacer. Iban pasando las semanas y la cosa no cambiaba. Seguía apostando por el descanso y que así desapareciera el dolor. Pero nada. Llegó al punto de que si el pantalón me rozaba, notaba el dolor.

Pasé por unos cuantos fisios y cada uno me daba su idea de lo que podía pasar. Yo las recibía como el Santo Grial. Lo veía claro. Me decían «te pasa esto por esto y por esto» y era como si me cuadraban las matemáticas cuando era pequeño.

Hacía los ejercicios que me mandaban y a los dos o tres meses, me desanimaba porque el tema seguía igual.

Aquí tengo que hacer autocrítica porque en este tipo de lesiones, hay que tener muchísima más paciencia y trabajarlo mucho y eso es algo que fui aprendiendo mientras se alarga mi situación.

Más tarde me traté con una EPTE (algo más suave que la EPI, que si no sabes lo que es, se trata de un tratamiento en la cual se usa la electricidad mediante una aguja de acupuntura aplicada directamente en la zona de dolor con la idea de que el daño que crea, desenmarañe el lío en el tendón y la regeneración devuelva su estado natural.

Fue otra técnica con la que tenía bastante ilusión y agradezco mucho al fisio que me lo hizo (es amigo mío) pero tampoco funcionó y volví a caer en una pequeña depresión y desgana. Lo único que quería en ese momento era cortarme la pierna y olvidarme de todo.

Pero tenía que seguir y probar cosas. Era a lo que me aferraba «al menos estoy buscando sin parar la solución y algún día daré con lo que me arregle». Así que tardaba poco en levantar el ánimo de nuevo.

El primer traumatólogo que me no ayudó y el primero que me ayudó

Otra autocrítica: Siempre me ha costado confiar un poco en traumas y médicos para este tipo de cosas, ya que parece que lo única manera de tratar este tipo de dolores biomecánicos es con pastillas o simplemente dejar de hacer algo básico como correr. Tengo claro que eso son parches a un problema con una raíz y quería saber que era.

El primer trauma que me atendió me dijo claramente al oír que hacía halterofilia, que me olvidará de hacer una sentadilla más y lo peor de todo, que no hiciera algo tan básico como correr. Y todo esto en 5 minutos, ni si quiera miró un informe o me exploró, nada. ¿En serio? Tuvimos una conversación un poco tensa en el que yo ponía en cuestión su profesionalidad y el ponía en cuestión mi cabezonería (que lo soy). Como no iba a ir a ningún lado, me levanté y me fui dando los buenos días.

El primer trauma que me ayudó fue un amigo del gimnasio de CrossFit movió hilos para hacerme una resonancia magnética (ya podía haber pedido una resonancia el otro, creo que no es tan difícil) y ahí se vio que el polo inferior de la rótula estaba inflamada y que tenía un quiste de Baker ¿y eso qué es? Es un liquidito que sale del menisco y se queda ahí enquistado y molestando. Hay gente a la que le duele y otra que no. En mi caso se pensó que me estaría comprimiendo alguna parte y que podría ser la causa.

Con esto en la mano intenté trabajar con el fisio con el que estaba en aquel momento (el gran Don Marcos Alberto Sánchez, el mismo que sale en Saber Vivir) el problema con varios ejercicios y varios tratamientos, como ondas de choque y alguna cosilla más que no recuerdo.

Nada cambió y ahí caí de nuevo en otro desánimo que me duro un año. Ya hacía desde hace meses poco o nada de ejercicio. Absolutamente nada. Me dolía hasta andando y si me sentaba, era imposible que tuviera la pierna doblada o la estiraba o se me entumecía una barbaridad.

Tras dos años lesionados, me operé

Gracias a otro amigo del gimnasio, me recomendó que fuera a ver a un amigo suyo que era traumatólogo y que además tenía experiencia justamente en el problema que yo tenía y que ya había operado a unas cuantas personas las cuales se habían recuperado totalmente.

Vi una luz repentina en mi enorme agujero negro.

Me cité con él y me explicó que si llevaba ya más de 2 años con el problema, la mejor solución era la operación, que dentro de lo que cabe era bastante sencilla. Abrir, limar la parte del tendón lesionado, quitar el quiste de Baker y poco más.

Parecía tan fácil y yo que pensaba que la recuperación iba a ser de dos días y ya.

Me equivoqué totalmente. Se me puso así.

El postoperatorio ha sido la etapa más jodida que he pasado nunca. Me operé en Julio de hace dos años y di mis primeros pasos a mediados de septiembre. Me mudé como pude a casa de mi padre y estuve viviendo literalmente sin moverme en su sofá dos meses.

Perdí más de 10 kilos.

Resulta que se me inflamó la grasa de Hoffa, una estructura esponjosa que está debajo del tendón y que está super vascularizada. Se me puso la rodilla como una pelota de baloncesto y te juro que la agonía del dolor era insufrible. Está inflamación tan agresiva se llama hemartros y no me lo quisieron drenar porque la sangre que enviaba el cuerpo era necesaria para reparar todo.

La rehabilitación y mi gran chasco

Iban pasando las semanas y aquello se iba poco a poco desinflamando hasta que pude quitarme las muletas a finales de septiembre y pude meterme en el gimnasio a hacer un poco de bicicleta estática y darle movilidad al tema.

En Diciembre de ese año ya no tenía nada de inflamación y ya me imaginaba en pocos meses haciendo vida normal, tenía unas ganas horribles. Parecía que la operación había dado resultado.

O eso pensaba yo…

Iban pasando los meses y seguía teniendo dolor en la parte posterior de la rodilla. Esta vez no era en un punto concreto como tenía en el polo inferior de la rótula. Ahora era en toda la rodilla, sobre todo la parte anterior y así estuve otro año entero pensando que necesitaba más tiempo por lo agresivo que había sido el postoperatorio, pero ¿un año en serio?

El caso que es me harté de la poca evolución y de ver que estaba peor que antes de operarme y decidí volver a pedir cita con un trauma especializado en rodillas en la Jiménez Díaz de Madrid.

Me hizo una resonancia y salió que tenía Hoffitis, y que era la causa de todo ese dolor que tenía. El caso es que me recomendó infiltrarme con corticoides para machar esa grasa de Hoffa. Y accedí aunque sabía que meterse corticoides ahí no es la mejor de las ideas ya que degrada demasiado los tejidos, pero bueno, tenía que probarlo.

Y empecé a ver la luz gracias al mejor fisioterapeuta de Madrid

¡Y madre mía! Benditos corticoides, eso me dio un empujón brutal para entrenar con cierta normalidad. El dolor desapareció en un 80% y fueron absolutamente mágicos al menos los primeros 6 meses. Luego el efecto se pasó y me volvió a molestar pero ni por asomo como lo hacía antes de la primera infiltración. ¿Primera infiltración? Si, primero porque hubo una segunda a los 8 meses después del tercer año de la lesión. De nuevo me dio otro pequeño empuje pero este ya casi no tuvo efectos. Aún así no conseguía que me dejara de doler. Por estas fechas me hice unas plantillas bastante caras para ver si es que tenía algo en la pisada y el especialista que me hizo un estudio de la pisada, me comentó que si alguna vez me habían dicho que tenía la rótula alta y no, a mi nunca me habían dicho algo semejante. Más tarde le pregunté al trauma que me operó si sabía que tenía al rótula alta y cómo se solucionaba eso y me dijo que sí, que desde el principio sabía que lo tenía y que una operación para bajar me jodería muchísimo más. Vamos que es la peor operación que te pueden hacer.

¿Por qué nadie me había dicho hasta ahora que tenía la rótula alta?

Por casualidad empecé a hablar con un estudiante de fisioterapia en mi gimnasio que estaba haciendo las prácticas en una clínica que se llamaba Fisioterapia Logical y que me aseguraba que el fisioterapeuta con el que hacía esas prácticas era un crack.

Yo no hice mucho casi porque después de casi 4 años, ya todo me producía indiferencia. Y daba por hecho que mi problema me acompañaría toda mi vida y punto.

El caso es que un día me animé a verle y mira tú, me sorprendió desde el inicio.

En lo primero que me fije que era diferente es en que me sentó y con un papel y un boli me empezó a preguntar un montón de cosas, desde como era de pequeño físicamente, si había pasado alguna lesión chunga también de pequeño, qué deportes había hecho y luego otra batería para entender mi problema con la rodilla.

Normalmente un fisio te pone en la camilla y te trata, te va explicando cosas y te le cuentas tu vida.

Después de hacerme esa semi entrevista, me empezó a medir la movilidad del tobillo, de la cadera y a moverme en varios puntos para reproducir el dolor en la rótula. Quería saber exactamente el movimiento que me hacía sentir dolor para juntarlo con todo lo anterior y llegar a varias conclusiones.

Luego me tumbó en la camilla y se puso a comparar una pierna con otra y de nuevo «tienes una rótula más alta que la otra, ¿lo sabes?» ¡No tardó ni un minuto en verlo!

Después de una hora y media de sesión su conclusión fue que tenía que adaptar con varios ejercicios específicos ese tendón a mi estructura. Lo bueno que es fuimos espaciando mes a mes un ejercicio diferente, progresivo y más cañero cada vez, para darle resistencia al tendón.

¿Y funcionó? Vaya si funciono, hoy en día si me pongo a pensar la evolución del último año, ha sido estupenda. De no levantar ni un kilo en sentadilla trasera a levantar casi 100 y disfrutar del gimnasio, a empezar a correr poco a poco y hasta a hacer series de carrera un día a la semana y aunque el CrossFit no es de mi devoción ya, a poder hacer algún entreno sin rayarme y hasta apuntarme a algún triatlón corto popular de los que tan me gustan.

Evidentemente no tengo cero dolor pero el que tengo me deja hacer de todo y siento que cada vez esto está más fuerte y que aguanta más. A parte de los ejercicios que me mandó el fisio y que tengo que hacer cada día, tengo que tener en cuenta una regla en mente que me hizo grabarme a fuego y que es muy sencilla para recuperar una tendinitis rotuliana y prácticamente cualquier tendinitis.

La regla de oro para las tendinitis y mi estado actual

Hay una regla de oro y esmuy sencilla, si un día hago un entreno, tengo que ver al día siguiente como estoy de dolor. Si en una escala del 1 al 10, me duele como si fuera un 8, entonces tengo que dejar «reposar» entre 24 horas y 72 horas la pierna.

Por otro lado también me dijo que el día que me pasara 3 pueblos entrenando, que no me preocupara porque ese estrés que le he dado al tendón puede ser beneficioso, con dejar ese descanso de 24 horas o de 72 y volver a entrenar una vez desaparecido el dolor, no tendría que tener mayor problema.

Cuando estoy en este punto, entreno otra parte de el cuerpo y arreglado. Incluso últimamente en vez de dejar la pierna en reposo total lo que hago es darle un pequeño estímulo con algún ejercicio muy muy suave.

Y así es como lo estoy haciendo y así es como finalmente después de 4 años, he salido del hoyo.

Todavía me queda un buen camino para estar casi al 100% pero siento que estoy en el buen camino.

Si te he inspirado o estás en una situación muy parecida a la mía con otra lesión, no dudes en llamar a Fisioterapia Logical para pedirles una cita. Te va a cambiar la vida.